Hijas de la empatía
Golpe de dura alegría,
de malograda tristeza.
Impotencia de no poder
deshacer ciertos nudos
que se forjan en mí
al ver la otra cara
de nuestro consumismo,
lo que pocos ponen de ejemplo
al hablar del capitalismo.
La cara de los sin voz,
que gritan con los ojos
y rezan al amanecer
por el bienestar
de todos nosotros.
Por todas ellas, por todos ellos:
No más perdón
en nombre de los poderosos,
no más lamento
abanderando sentimientos.
Somos tú en otro yo,
no hay tormento
si nos comprendemos.
No más vacío
dictando la corriente
del sediento.
No más agua cedida
al silencio pasivo
o al destructivo ruido.
Somos nosotras,
hijas de la empatía,
piel de mente unida,
aunque en ocasiones
no encontremos la forma
de lamer nuestras heridas.