Civilizada la naturaleza,
resultó oprimida la humana existencia
que quedaba en nuestras raíces.
Mantengo lejos la crispada opacidad:
Lomos erizados y sonrisas forzadas,
dientes afilados, gritos exasperados,
gruñidos oficiales y comunicados salvajes.
Todas ladramos al mismo dueño.
Todo dueño, conforma nuestro ladrido.
Las personas creen poseer su existencia.
Mientras, los animales existimos sin poseer,
mordiendo la mano de doctrinas impuestas.
Gemidos del instinto,
sonrisas con dientes,
sonrisas que gritan,
sonrisas que mantengo lejos
de existencias socialmente programadas.