

Hola, mi nombre es Álvaro y sí, mi apellido es Piedelobo. De dónde vengo o desde cuándo estoy aquí creo que poco importa. Donde me encuentro es de donde soy y la edad la llevo en el sol que me inspira.
Desde bien pequeño hice de la escritura un refugio donde encontrarme, donde de alguna forma estar a salvo del afuera. Escribía pequeños cuentos con apenas 7 años, posteriormente, ya en mi adolescencia comencé a escribir poesía desde mi sentido más inconformista y subversivo.
Fue allá por 2014 que comencé a compartir mis poemas en micros abiertos, en mis círculos de colegas y donde se diera la magia; haciendo de la poesía poco a poco mi forma de entender la vida. No pudiera hablar de esta etapa sin agradecer el puente que supusieron para mí amigos como Suso Sudón, Pedro Pastor, Escandar Algeet o Guillermo Alegre entre otros.
Más tarde, en 2016, presenté mi primer poemario, Desorden Versificado, a través del cual tuve la oportunidad de expandirme en el mundo de la poesía presentándolo por diferentes ciudades de España, iniciando la que sería mi primera gira.
Paralelamente comencé a salir a las calles con la performance poética de la máquina de escribir bajo el lema “tú me das el tema y yo escribo el poema”.
Una vez más la red estaba allí y esta vez la mano tendida vino de Maria Helena del Pino (integrante del colectivo Momento Verso) quien por primera vez me puso frente a la improvisación tecleada. Posteriormente comencé a lanzarme a la vorágine del Rastro de Madrid junto a mi querido Pablo Urizal. En la actualidad sigo haciéndolo junto a él y a la también veterana de la poesía improvisada Nuria Herrera.
A principios de 2018 presenté el que sería mi segundo poemario: Soledades, llevándolo a la mayoría de ciudades de España, a Argentina, Chile y Perú, haciendo que el movimiento, al igual que la poesía se confirmaran como mi modo de vida.
Actualmente estoy en pleno proceso con el proyecto Me duelo a un vuelo, una colección de 6 libros que propone un viaje colectivo a través de la poesía. El formato en que se plantea surge en defensa de la autogestión y en contra del consumo rápido en el arte.
Hoy sigo lanzándome a las calles, los escenarios y a todas esas grietas que genera la poesía, dentro de lo que las circunstancias permiten. Dispuesto siempre a recorrer ciudades, pueblos y espacios que escapan de las fronteras y el tiempo para acercar lo que llevo dentro. Si quieres seguir leyendo, seguro, nos encontraremos en algún recoveco de este mundo donde la poesía se haga presente, donde seamos cómplices de nuestro reflejo.
Gracias por tu tiempo, gracias por ser parte íntegra de la historia que conforma este texto.